La gratitud de una madre: cómo las funciones de seguridad de Volvo salvaron a su hija

Después de recoger a sus hijos de la escuela, se dirigieron a las instalaciones, donde su equipo favorito celebraba su 80 aniversario. El evento prometía emoción, pero nadie podría haber predicho la casi tragedia que tendría lugar en su camino hacia allí.

A medida que se acercaban, la magnitud del evento se hizo evidente. Se repartían bollos de canela, había un castillo hinchable, pintura de caras, una portería de hockey para niños para practicar y mucho más. Un DJ ponía música a todo volumen en la gran intersección que tenían que cruzar. Los niños estaban más que emocionados, señalando ansiosamente todo lo que querían probar. Sin colas a la vista, parecía un parque de diversiones esperándolos.

El camino que conducía a la instalación era ancho, con una separación central reservada que separaba ambos carriles de tráfico. Al llegar al carril central reservado, las luces se pusieron rojas, por lo que Stephanie se detuvo. Sosteniendo a su hija de siete años en una mano y a su hijo de cinco años en la otra, podía sentir cómo crecía su emoción. Discutieron con entusiasmo lo que probarían primero.

"¿Podemos ir allí, mamá?", preguntaron repetidamente. Les aseguró que tan pronto como el semáforo se pusiera en verde, podrían ir. Sosteniendo sus manos con fuerza, esperó la señal.

Tan pronto como el semáforo cambió, su hija de repente la soltó y corrió hacia la carretera. En ese preciso momento, se acercó un coche, su conductor tenía luz verde para girar a la derecha. Debido a la curva de la carretera, el conductor no vio que Stephanie y sus hijos también habían recibido luz verde. En lugar de reducir la velocidad al acercarse al paso de peatones, el conductor aceleró.

Stephanie reaccionó al instante. Gritó: "¡ALTO!" a todo pulmón. Afortunadamente, su hija se detuvo justo en medio de la carretera y se volvió para mirar a su madre. Sus miradas se encontraron y su hija sonrió. Ese momento, esa mirada, fue algo que Stephanie nunca olvidaría.

Soltando la mano de su hijo, saltó a la calle justo en el momento en que el coche, un Volvo XC40, frenaba bruscamente, derrapando sobre la grava que aún le quedaba del invierno. El vehículo se detuvo a solo un metro de su hija, que permanecía congelada frente al capó.

Por un momento, todo se detuvo. Stephanie envolvió a su hija con fuerza en sus brazos, abrumada por la magnitud de lo que acababa de suceder. El mundo a su alrededor pareció detenerse. Luego, tomando de la mano a sus dos hijos, cruzaron la calle. Los niños, aún sin darse cuenta de lo cerca que habían estado de la tragedia, corrieron directamente hacia la portería de hockey de niños y comenzaron a jugar, sin darse cuenta de cómo la situación podría haber cambiado abruptamente el curso de sus vidas.

Safe Space Technology
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